martes, 10 de mayo de 2016




 Forma parte de las terapias cognitivo- conductuales, fué iniciada por ALBERT ELLIS en los años 50. La idea central de la TREC al igual que en todas las terapias cognitivas en general, es que en la mayoría de las ocasiones nuestro malestar emocional viene dado por nuestros propios pensamientos. 

¿En qué consiste?

En resumen, consiste principalmente en actuar a nivel de pensamiento. 
Analiza nuestras creencias, las creencias que nos perturban, lo que llaman “creencias irracionales” y las refutan para ir desarrollar un sistema de creencias más racionales que nos hagan sentir mejor.

El objetivo no es eliminar las emociones, sino que estas sean más moderadas y apropiadas.


¿De qué “creencias irracionales” hablamos?


Básicamente son dos  y se retroalimentan:


1.  Deberías rígidos (exigencias dogmáticas): 


¡ Esto debe ser así!


2.  Terribilización (catastrofismo): 


¡Es terrible que no sea así!


Las exigencias dogmáticas (los deberías) hacen referencia a obligaciones rígidas que nos imponemos a nosotros mismos a los demás y al mundo. 


Podemos sintetizarlas en las siguientes:


-Primero, yo debo agradar a los demás y hacer las cosas bien.


-Segundo, tú debes tratarme bien y con respeto.


-Tercero, mis circunstancias y el mundo que me rodean deben ser fáciles y agradables para mí.


En caso de que eso no se produzca es terrible, horrible, una catástrofe.


Como consecuencia de estos pensamientos, empezamos con más pensamientos irracionales en cadena: no lo puedo soportar, es insoportable, es intolerable...


¿Qué ocurre? 


Se exacerban las emociones negativas: ansiedad, depresión, ira, resentimiento, culpabilidad...


Y se siguen más pensamientos irracionales como por ejemplo:


1-Etiquetas negativas:  “yo soy un desastre”,  “Tú eres malo, “El mundo es injusto”...


 2-Sobregeneralizaciones (siempre, nunca, todo, nada): “Todo me sale mal”, “Siempre fracaso”.


En estas ideas no hay matices, no hay escalas de grises, siguen la pauta de las exigencias rígidas y dogmáticas (“deberías”) iniciales.


El círculo vicioso se cierra.


¿Acaba esto aquí?


¡No!


Los seres humanos somos muy sofisticados y sabemos amargarnos la vida de formas refinadas.


Cuando ya hemos conseguido generar una emoción negativa desbordada (ansiedad, depresión, ira, culpa), usamos esa emoción para generar pensamientos irracionales acerca de ella.


“No debería angustiarme”


“Es terrible angustiarme”


“Son un desgraciado por angustiarme”.


Y así empezamos a deprimirnos porque estamos angustiados. 


Nos angustiamos porque estamos deprimidos. 


Nos enfadamos porque somos tan débiles que nos hemos puesto nerviosos. 


Nos culpabilizamos por habernos enfadado.


¿Cómo abordamos este lío emocional?


En primer lugar entendiendo el proceso. Suele ser fácil entender y se concreta en el A-B-C.


Normalmente  se da una circunstancia (A) y reaccionamos emocionalmente ( C ).


La circunstancia (A) puede ser externa (un desprecio) o interna (angustiarnos por otro motivo).


Según la TREC caemos en la distorsión de creer que hay una conexión directa entre A y C; pero no es así. 


Entre A y C hay una B, la creencia irracional.

La B es la evaluación que hacemos con nuestro pensamiento de las circunstancias (A).

Cuando nuestras reacciones emocionales ( C ) se desbordan, suele ser porque nuestro pensamiento (B) es irracional. 


Pensamos que A (circunstancia) no debería haber pasado de ninguna manera y que es terrible que haya sido así. 


Esta idea es la que nos perturba. Nos desquiciamos a través de las creencias irracionales que sirven de filtro a nuestra experiencia.


En segundo lugar seguimos con la propuesta inicial y más característica de la terapia racional emotiva es el debate, la discusión, la crítica vigorosa de esas creencias irracionales. 

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario